El vínculo entre la madre y el niño es vital para el correcto desarrollo del bebé. Cuando una mujer empieza a sospechar que está embarazada, lo que experimenta en ese momento, su alegría o disgusto, sus pensamientos acerca de la oportunidad de embarazo y sus posibles repercusiones en su vida y en su entorno, queda grabado en el embrión como impronta.
Los estudios demuestran que los fetos reciben constantemente los actos, pensamientos y los sentimientos de su madre (Thomas R. Verny, Psiquiatra Pre y Perinatal). El modo en que la madre perciba el embarazo moldea el cerebro del embrión. Por ejemplo; la mujer se pasa 2 semanas pensando si tenerlo o abortarlo, este niño va a nacer con una impronta, posiblemente con algún problema relacional con la madre.

La madre y el bebé son emocionalmente uno. Poder tenerlo y amantarlo en el postparto, le transmite todo el afecto que siente hacia él facilitando el comienzo del vínculo con el pequeño/a. El entorno emocional en el que el bebé se desarrolla viene marcado por el vínculo con la madre, amamantar a su hijo facilita este vínculo. Si la madre vive en un contexto de duelo, por la muerte de cualquier allegado, este duelo será absorbido por el bebé. O, por ejemplo, la madre tiene cualquier conflicto respecto a ser madre o con la situación que está viviendo al ser madre, será, también absorbido por el bebé. Esto se conoce como: Comida Afectica Tóxica o Función Maternal Tóxica. Ya que, la comida no solo es la leche de la madre, sino el contacto de piel con piel, el sonido de la voz, el olor, el calor de la piel, la seguridad que se transmite, el amor que se da. Todo esto es la Comida Afectiva, y cuando es tóxica se gesta lo que conocemos como: Anorexia.
Al contrario de la psicología (y sé de lo que hablo, ya que soy psicólogo), que piensan que la Anorexia es un tema de los Cánones de Belleza y de Imagen Social, la Anorexia es un tema de Comoda Afectiva Tóxica. Ya que uno de los Arquetipos de la Madre es la Comida Afectiva. Cuando se trata desde esta perspectiva los resultados son espectaculares, no haciendo falta años de terapia como con la Psicología.

El destete prematuro o brusco, por la razón que sea cuando el alimento y la comida afectiva es buena, provoca dos cosas: la pérdida de alimento más nutritivo y la pérdida de contacto, dejando una huella en el niño en función de cómo la madre lo viva la experiencia. Aquí se gesta la Bulimia.
El bebé se construye con el sistema de representación de la madre. El bebé vive como propio lo que la madre siente, lo que le preocupa o rechaza. Si la madre está mal con el padre, el bebé estará mal con el padre. Porque lo que siente la madre lo siente el bebé como suyo propio. La madre y el bebé son uno emocionalmente.
La experiencia motriz de los tres primeros años de vida representa los cimientos de la autoestima y de la seguridad en uno mismo. Si un niño desconfía de las posibilidades de su cuerpo en movimiento y se desarrolla con miedo, sienta las bases de una gran inseguridad. Esto pasa con aquellos padres que no dejan que sus hijos, cuando se caen, se levanten solos o no dejan que se caígan (padres super protectores). Si no dejamos que se desarrollen los recursos que todos llevamos dentro, estos no lo haran o lo desarrollarán a medias, necesitando luego en la vida ese apoyo.

A partir de los tres años el niño empieza a desprenderse de la fusión emocional con la madre y es en este momento cuando el padre tiene que intervenir para liberar a ambos. Para pasar de la infancia a la adolescencia el niño necesita estructurarse equilibradamente entre el padre y la madre. Tiene que haber un rol de padre y otro de madre. Cuando una mujer decide ser madre soltera, es decir sin un rol de padre que esté presente, el niño/a se construye sin la estrcutura del rol masculino.
Para que el bebé se desarrolle en un clima de seguridad, la madre debe sentirse protegida por el padre. El bebé reconoce emocionalmente al padre a través de la madre, es decir percibe al padre tal y como lo está viviendo o percibiendo la madre.
Después del nacimiento, el bebé y la madre siguen fusionados emocionalmente. Al no haber comenzado todavía el desarrollo del intelecto, conserva sus capacidades intuitivas, telepáticas, sutiles, que están conectadas con la madre. El estado emocional de la madre se manifiesta tanto en su propio cuerpo como en el cuerpo del bebé, y el bebé siente como propio todo lo que siente la madre, sobre todo aquello que no puede reconocer. El niño vive bajo la sombra de la madre, al menos hasta los 3 años de edad, y tiene como única realidad las emociones de la madre. Por lo tanto, el niño somatiza el estrés emocional que la madre esté viviendo.
Es importante remarcar que hasta los 3 años de edad las necesidades básicas del niño son el contacto, el alimento y la protección de la madre. La presencia y protección del padre es un aporte necesario, pero el niño a esta edad la recibe y la vive a través de la madre. Si la madre se siente segura en relación con el padre, el niño se siente seguro, si se siente maltratada por el padre, el niño recibe esta información de desvalorización y sufrimiento. Si la madre se siente apoyada el niño la siente también y se estructura bien.