Las emociones son sustancias químicas que refuerzan neurológicamente una experiencia. Todo lo que sentimos, cada emoción, produce una sustancia química específica que se corresponde con esta información que circula por nuestro cuerpo y es captada por los receptores de cada célula, produciendo un cambio en ella. El cuerpo reacciona a la emoción con una gama de cambios físicos. Desde un aumento de la frecuencia cardíaca y una respiración entrecortada, hasta una debilidad en las piernas, labios temblorosos o piel erizada, entre otros. Una vez el cuerpo ha reaccionado, el cerebro asimila los cambios y los traduce al lenguaje de las emociones: es entonces cuando sentimos. Tras ello, podemos racionalizar lo que sucede y tomar una decisión meditada.
Las funciones principales de las emociones son expresar cómo nuestro inconsciente procesa una serie de impactos emocionales y los refleja en nuestra biología. Las sensaciones físicas que acompañan las emociones son procesadas por el neocórtex; luego le damos una explicación racional que se expresa en forma de pensamientos y sentimientos. El sistema límbico está en constante interacción con la corteza cerebral. Es por ello, que podemos controlar nuestras emociones.
Estas respuestas emocionales vienen grabadas en nuestra genética, son una herencia de nuestra evolución y se refuerzan con los aprendizajes. Los seres humanos tenemos en común una serie de emociones básicas, pero la forma de gestionarlas es totalmente personal y única.
En el ser humano, la experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.
Las emociones nos hacen vivir experiencias que además unen un aspecto mental muy importante: el pasado, el presente y el futuro. Para que yo pueda cambiar esta causa-efecto, es necesario que yo cambie mis emociones con relación a algo que creo que me ocurrió en el pasado y que me hace sufrir en el presente.
Las emociones básicas biológicas. Las emociones se expresan a través del cuerpo. Estas expresiones no son determinadas culturalmente, sino que son más bien universales y tienen, por consiguiente, un origen biológico. Estas emociones biológicas básicas son 5: Miedo, Ira, Tristeza, Asco y Alegría

Miedo
Sentido biológico: Facilita la respuesta de huida ante diferentes peligros: animales, otras tribus o incluso el fuego. Igualmente, en función de las circunstancias, el miedo puede desencadenar una respuesta de inmovilidad ante un contexto en el que pasar inadvertido puede resultar una opción más eficiente para sobrevivir. Esta emoción puede resultar muy tóxica si se extiende en el tiempo más de lo necesario.
Una cebra siente miedo al ver al león acercarse, pero no volverá a generar esa emoción una vez haya pasado el peligro real y esté dentro de la manada o alimentándose. El ser humano tiene la capacidad de revivir el miedo sin necesidad de estar en contacto directo con el peligro real. El miedo, en este caso, podría actuar como una señal que nos permitirá estar en alerta o prepararnos antes posibles dificultades en un futuro. Lo que ocurre habitualmente es que una vez llega el “problema” no suele ser tan grave como lo imaginábamos o, simplemente, no era como imaginábamos. Por lo tanto, todas las posibles estrategias que habíamos preparado no son de utilidad.
Ira
Sentido Biológico: Aumenta el flujo sanguíneo a las manos, haciendo más fácil empuñar un arma o golpear un enemigo; el aumento del ritmo cardíaco y la tasa de hormonas, como la adrenalina, generan la cantidad de energía necesaria para acometer acciones vigorosas.
El marcaje de territorio, la expresión de una opinión con firmeza o el acometer un objetivo pueden llevar implícitos una energía relacionada con la ira. Esta es una emoción castrada en muchas ocasiones por el inconsciente familiar y colectivo, pero no por ello deja de ser imprescindible en nuestra adaptación al medio.
Asco
Sentido Biológico: El asco o disgusto provoca una reacción de rechazo ante alimentos en mal estado u olores dañinos para el organismo. Según Darwin, la nariz se arruga en un intento de impedir la inhalación de la sustancia tóxica. Por otra parte, sacar la lengua parece una acción que favorece la expulsión de alimentos.
Tristeza
Sentido Biológico: La tristeza, como la producida por la muerte de un ser querido, conllevó en los humanos prehistóricos una pérdida de energía que invitaba al refugio en el propio hábitat con los demás miembros del grupo, ya que solía ser el sitio más seguro para la supervivencia. Además, la tristeza evocada por una mala conciencia se deriva en la insistencia sobre el error cometido presumiblemente como estímulo para no volver a cometerlo.
Alegría
Sentido Biológico: La alegría asume una función de recompensa ante situaciones exitosas con el objetivo de poder repetir dichas acciones ventajosas en el futuro. El efecto positivo influye también sobre diferentes aspectos de nuestra conducta haciéndonos más generosos, incrementando nuestra inclinación a prestar ayuda y a asumir responsabilidades, nos sentimos más abiertos a la relación con otros y esto contribuye a crear nuevos lazos sociales o a estrechar los ya existentes. Tanto el apoyo social como los vínculos de amistad constituyen mecanismos altamente adaptativos.